Cuando estaba en quinto de primaria, me aprendí cada parte del sistema digestivo, desde las glándulas salivares hasta el íleon. La cartelera la hizo un pelao que vivía cerca a mi casa. Estaba asustado frente a todo el salón, pero a medida que fui hablando el resto de la clase quedó en silencio. Recordé cada detalle, cada órgano. La profesora dijo que con ese conocimiento ya podía ser médico.
El teléfono suena y lo sé.
Un mensaje anterior a esa llamada me lo había anunciado.
Un mensaje que llegó con el silencio de la mañana.
En la epicrisis dice que la
abuela ingresó con una insuficiencia respiratoria causada por una falla
cardíaca. Fue remitida a UCI. En algún punto de la mañana presentó una bradicardia
extrema, intentaron reanimarla, pero su cuerpo no respondió. Imagino que su
corazón se apagaba y ella quería llenar sus pulmones, pero escasamente lograba
una bocanada. (Dar click en Seguir Leyendo).