Como desearían muchas personas que conozco y hasta yo mismo, en algunos casos, ser como Irina Junieles. Para que cuando nos hagan el feo en algún lugar, sacar nuestros reconocimientos, nuestros contactos y toda nuestra fuerza en los medios para poner a más de un idiota útil en su sitio y que aprendiera que la gente no tiene que ser categorizada.
Sí, que a ella, la ex directora del IPCC y unas amigas, las sacaron de un restaurante en el centro histórico para dar paso a gente más importante. Imagino que asumieron los empleados del sitio, que se trataba de simples cartageneras que por más que se molestaran nada lograrían. Pero les fue mal. Junieles sin dudarlo, presentó una carta para quejarse y los medios se han dado a la tarea de comentar el suceso. Ahora, todos hablan de exclusión.
Claro. Quien fuese Irina Junieles y sus amigas. A nosotros, los de Cartagena, los que la vivimos los 365 días del año nos excluyen a diario. Lo más irónico, es que lo hacen otros cartageneros que olvidan que cuando se quitan el uniforme del sitio donde trabajan, se vuelven tan vulnerables como el resto. Y es que, vamos al Éxito y nos requisan si llevamos pinta de estudiantes pobres. Pero si llevamos el Mp4 conectado en los oídos y el bolso Totto podemos correr con más suerte. A nuestro lado pasan los de pieles rojas y amarillas, sin dar mayores explicaciones. Entran como si estuviese en su casa ¿No es eso lo que queremos que hagan? ¿No queremos que se sientan en casa? Los que nos sentimos ajenos, somos nosotros.
Y es que ya lo dice el dicho: “De la calle vendrán y de tu casa te sacarán”. Y vaya que lo han hecho. El centro no es para nosotros. Es para ellos. Para nosotros está la periferia. En las murallas, los uniformados pasan a requisarte si te ven en grupo. Según sus prejuicios si son hombres todos ¡Son Gays! Y esos son terribles y hay que tratarlos como basura. ¡Nadie dice nada! Sin son un grupo con peinados raros o ropas demasiado anchas, ¡Son drogadictos! Y esos, son terribles y hay que tratarlos con asco. ¡Nadie dice nada! Si después de repararlos bien, les parecen que son unos pelaos “bien” de esos que sólo fuman para verse más sofisticados, los dejan. ¡Y nada pasa! Pero sin son los turistas, pasan de largo. Es que esas son personan con excentricidades propias del primer mundo. ¡Hay que respetarlos!
Está es una ciudad bizarra en la que los de afuera siempre serán los primeros. Y digo serán, porque nosotros sólo reaccionamos cuando le pasa algo a gente como Irina. A nosotros, pues vaya y venga ¡Qué más da! Pero a nuestra clase dirigente y distinguida jamás podrán ningunearla. ¡Qué ridículos somos!
Lo cierto, es que mientras escribo esto pienso en mi mismo y las veces que he permitido que me violenten. Y las otras veces, que le he hecho frente a la cosa mientras los demás sólo ven como pasa. No es posible, que el único recurso que nos quede sea escribir textos y montarlos en un blog. ¡Deben existir acciones! Seguimos dormidos. Está Cartagena turística nos codena a ser los arrimados de la ciudad histórica y la ciudad moderna. Ahora, lejos de ser la leona fiera que destrozo las cadenas del yugo español, somos un lindo gatito que contentan con cualquier cosa. ¿Y nuestros medios? Son sólo el eco de las voces que les convenga mostrar.
Por: Márquez.