Son La 12.06 de la A.M, al menos, eso dice el reloj. En el televisor pasan “El Pianista” sin subtítulos y en su idioma original. Mi abuela en la cocina acomoda platos con una sinfonía conocida: el tin tin que se produce cuando un plato choca contra otro. Me pregunto qué hago viendo una película que ya vi y que ahora no entiendo. Veo al protagonista conviviendo con la soledad y con el miedo. Quizás es sólo coincidencia que muchos de los que me rodean, vivan en la misma situación.
Recuerdo una frase de E.M. Cioran en “Del inconveniente de haber nacido”: “No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas – lo cual vale más que tratar de llenarlas.” El libro reposa sobre mi cama, mientras el protagonista de la película toca la puerta de no sé quién pues no entiendo lo que dicen. Cambio de canal. Paso de uno a otro sin prestar mucha atención. Si de elegir se trata, siempre tomo extrañas decisiones. El boxeo me resulta un deporte en extremo rudo. Eso es lo que veo en el televisor. Pero lo cierto, es que no hay nada que más nos identifique como un deporte pobre que ha sido desplazado y que es el refugio y la esperanza de los pobres que lo practican. Cambio de canal.
La imagen de la portada del libro de Cioran, me mira con insistencia. Se ve algo meditabundo el tipo. Como quien se preocupa por el futuro, cuando el futuro quizás no exista. El ventilador gira sin interrupciones, mientras Sandra Bullock se despide de Ben Affleck. La película lleva por título “Fuerzas de la Naturaleza”. Descubro en ese instante, la carta que mi primita me escribió. La leo con detenimiento. Es un corazón grande con uno más pequeño dentro. Está decorado con líneas de colores por todo el borde de la hoja. Dijo que era para mí, porque me quería mucho. Me lo dijo al oído. Creo que era un secreto. Afortunada ella, que aún ve el mundo pintado de colores, tantos como los que usó para decorar la carta.
La lluvia cae sobre Sandra y Ben, allá en la película. Me percato que mi abuela se ha ido a dormir. Quizás, la vida sea como estos momentos de nada, en los que todo pasa sin ser sospechado y en los que el mundo camina en una delgada línea de tiempo constante. ¿Acaso está avanzando el tiempo? ¿Es de día o aún es de noche?
Entonces dice ella -la de la película- de un momento a otro: “la vida es como un corto paseo”. ¿Corto paseo? El mío parece más corto que el de cualquier otro. ¿Otro? ¿Con quién me comparo? ¿Acaso importan estas líneas sin sentido? Y justo entonces, pienso en ti.
¿Has visto cómo las nubes se quedan inmóviles en el cielo? ¿Cómo los árboles se quedan quietos sin mover una sola hoja, ni rama? Justo así me siento ahora. Quieto. Quizás la vida sea en resumen como este momento. La noche silenciosa, el techo aburrido de siempre, y el aire del ventilador. La casa cerrada. Las puertas con llave. Todo seguro. Y aún el miedo. Al igual que Cioran no hago nada, pero las horas se me van con el lápiz y el papel. Mi abuela cree que el problema es dormir demasiado. Pero la verdad es que el problema, es no estar dormido.
Por: Márquez.