El escenario aparece. Wendy
empieza a leer un cuento de piratas a
los niños. Estoy esperando para abordar al avión. Hay una sensación extraña en el estómago,
quizás sea ansiedad, o simplemente hambre. Todas las luces son blancas. Wendy
lee con dedicación y los niños imaginan que son ellos los personajes de ese
cuento. Tres camas y un perro a los pies
de los niños. Subo con cuidado para no evidenciar mi inexperiencia. Busco la
silla y me acomodo. El avión despega y empiezo a ver el mar como quien admira
un cuadro impresionista. La luz sobre las formas.
Ahora los niños duermen. Todo
está en calma. Una señora a la derecha insiste en comentar la obra. Peter pan
llega volando. Las nubes son ficciones gaseosas, el avión las atraviesa y yo
imagino que un castillo se eleva desde un cúmulo a lo lejos. Ahora debo estar de cabeza, pienso. De cabeza
como le pasa a algunos personajes en las películas. Peter vuela, recorre el
espacio y aterriza cerca de los niños, camina con cuidado y una luz verde hace
un ruido de campana.