Los amigos son un grupo de
gente ocurrente y distinta, que encuentra un punto de equilibrio, una
razón justa para no odiarse unos a otros y por el contrario sentir un gran
afecto entre todos. Nunca se sabe porqué se hicieron amigos, cuando existen
miles de cosas que odias de esa persona. Lo cierto es que pasó.
Así, pasan los años pero los
amigos se quedan. Aun si llegasen a fallecer, quedan. Como las fotos del álbum
de la abuela, en las que aparecen personas que siguen viviendo en el recuerdo
de ella cuando le preguntas ¿y este quién es? Lo cierto, es que nunca nos damos
cuenta cómo pasa el tiempo y con él, las etapas de nuestras vidas. Hasta que un
día nos reunimos y vemos que ya hemos empezado a ser grandes y debemos tomar
decisiones.
Luego, presentamos otros síntomas
de ese cambio de etapa. Nos vemos y presentimos que la próxima vez que lo
hagamos, alguno o algunos ya tendrán sus respectivos hijos. O ya estarán viviendo con alguien, quizás la misma persona de siempre. ¡Es cierto! El
futuro del que nos hablaban, nos cogió por sorpresa. Entonces, vamos a las rumbas
y bailamos sentados. ¿Sentados? Si, así es. Nos ven en las sillas, todos
emocionados levantando los brazos, simple y sencillamente, porque ya no
soportamos a la gente tan cerca, sudando, fumando y además, gritando.
Otros por su parte, salen a las
discotecas y los bares, pero realmente desearían estar en un lugar mucho más
tranquilo. La música no es como antes y los bailes de los “chicos” de ahora,
nos parecen una pantomima sin gracia. Nos descubrimos, hablando de política y
cambiando al mundo; o de los equipos de fútbol preferidos y el porqué les ha ido tan mal en
las últimas temporadas. Serios a ratos, deprimidos algunos otros,
decepcionados, enamorados, y en fin, viviendo la vida con sus afanes.
Seguimos siendo amigos a pesar
del tiempo, la distancia y las ocupaciones. Nos reímos al recordar las hazañas
pasadas; los enredos amorosos; las peleas sin sentido y las borracheras que
terminaron en episodios vergonzosos. Somos un collage de historias, risas,
lágrimas y soledades compartidas; una
foto en la que salimos todos amontonados en el portarretrato de la casa de los
más nostálgicos. Como amigos, somos el episodio que más nos gusta de nuestra
serie juvenil favorita. E incluso, la canción que nos recuerda algún momento
vivido.
Así nos pasa el tiempo – más
tiempo del que ya ha transcurrido- y nos damos cuenta, que las reuniones en
donde estamos todos juntos se vuelven invaluables. Y que los momentos que
quedan en las fotos, son trozos de vida que se hacen común a todos. Añoramos la
llamada el día del cumpleaños y en navidad. Esperamos la llegada de ese amigo
que ha estado lejos por tanto tiempo. Estamos conectados al nacimiento del bebé
de quien menos imaginamos tendría el primer lugar en ser padre o madre.
Quizás lo amigos, hoy por hoy,
están subvalorados o sobredimensionados – que se yo-. El caso es que los amigos
del colegio, la universidad, los de las andanzas o los de la cuadra, lo son
porque de u otra manera están atados a ti y a los momentos más cruciales de tu
vida. A las aventuras más excitante. Y a los recuerdos mejor atesorados. A las
navidades pasadas, a las presentes y a
las futuras. Es que a veces los amigos son quienes te tienden la mano cuando
creíste que quien lo haría, sería tu familia. O quienes
te escucharon cuando no querías hablar con nadie más. los amigos son, en el peor de los casos, quienes te han hecho pasar los peores ridículos de tu vida.
Por: Márquez.