Sentado en el baño de tu oficina,
miras por la única ventana que hay en ese espacio. Algunos rayos de luz, las
hojas, un cielo gris. Miras todo aquello sin mayor interés. Sientes que ese
instante es lo más seguro que has tenido en días. Las baldosas siguen líneas
rectas que imaginas son un laberinto, y corres a través de él, buscas la
salida, el punto para volver. Caes. Detrás de la ventana una mariposa aletea. Un
sonido te recuerda que no estás solo, que afuera sigue alguien.
Sales y tu compañera se despide.
Atrás quedó tu imagen cuando descubriste tu cara en el espejo después de
lavarte las manos. Esos ojos, grandes, redondos, oscuros, que buscaban saber
algo de ti. Ahora que te sabes solo, vas al celular, abres YouTube y pones una
canción vieja, de esas que te da un poco de pena reconocer que escuchabas:
Paulina Rubio. (CLICK EN SEGUIR LEYENDO).