Este nuevo continente en el que hemos nacido – nuevo para los europeos que encallaron este territorio por error- fue parte de un proceso de colonización e imposición cultural que, aún hoy, muestra sus vestigios. La llegada de los españoles, determinó que ahora cada una de nuestras ciudades posea un héroe fundador que les dio, entre otras cosas, un inicio. Dichos personajes, de dudosa procedencia, son hoy en día reconocidos en estatuas que dan cuenta de la importancia que tienen para la historia.
Ciertamente su reputación y su heroísmo es cosa cuestionable por muchas razones. Las cuales, son conocidas por algunos mientras otros las ignoran. Y esa misma reputación es tema de debate en algunas discusiones, en donde se propone que esa mitificación de tal personaje debería quedar de lado, y que deberían contar la realidad de su origen. Creo que en lo posible, decapitarían su estatua. Me recuerda este caso, un capítulo de los Simpsons en el que Lisa – la niña adelantada a su edad- descubre la realidad de Jeremías Springfield, quien es el héroe fundador de su ciudad.
Lisa con la ayuda del Señor que se encarga del museo, descubre que Jeremías no era más que un pirata con la lengua de plata, que intentó, incluso, matar a Washington. Por lo cual, no merecía el respeto y el honor que todos los habitantes de Springfield sentían por él. La cuestión vino después de tal descubrimiento ¿Qué debía hacer Lisa?
Pues bien, nosotros tenemos a Pedro de Heredia. Un señor que todos conocemos desde que ingresamos al colegio. Fundador de la hoy Cartagena de Indias. Ese mismo que retengo en mi memoria por el fragmento de un texto que recitábamos cada vez que se celebraba el cumpleaños de la ciudad y que rezaba más o menos así:
“Leyenda y magia, la Ciudad de Cartagena tomó su nombre desde la Bahía y si fundador fue Don Pedro de Heredia nacido en Madrid. El cual, tuvo un duelo a capa y espada del cual salió mal herido de la nariz…”
Así es, mal herido. La historia nos ha contado que Don Pedro de Heredia llamaba la atención por su nariz; que según quedó de esa forma, por una batalla que sostuvo antes de venir a América. Y es que ese personaje, mítico en todo su esplendor, - aún con su nariz chueca- hace parte de lo que somos como ciudad. En esta tierra de pocos referentes y de nacionalidades casi deformes, los mitos y las leyendas siguen siendo una forma de mantener la esperanza.
Entonces, quizás la decisión de Lisa Simpson fue acertada: prefirió callar lo que sabía para que sus vecinos, quienes celebraban con verdadera devoción la fiesta en honor a Jeremías, no perdieran esa imagen idealizada que los reunían entorno de un pasado glorioso que los enorgullecía.
Tal vez Pedro de Heredia haya sido un bandolero, como muchos otros que llegaron a volverse gloriosos en estas tierras. Y es cierto que la discusión sobre la manera como se enseña/aprende la historia debe seguir llevándose a cabo. Pero, lo que no se puede negar, es que el personaje lo queramos o no, le dio nombre a esta ciudad: “porque se parecía a la Cartagena de España. Entonces la diferenció llamándola Cartagena de Indias” –eso también lo recuerdo del texto que recitaba de niño-. Y que al igual que Jeremías Springfield, se ha vuelto parte de nuestra historia. La que debemos conocer, sin des-conocer, que es pieza clave y fundamental al momento de re-construir nuestro pasado, como muchos otros personajes que también deben ser incluidos en los relatos de nuestra ciudad.