En el año 2008 estuvimos entre bambalinas en la presentación de la obra "Del otro lado, nunca olvidas", rastreando algunos secretos.
En un extremo, un banco con una tela roja daba la
impresión de una pequeña mesa. Sobre esta, una botella de vino tinto y una
copa. Al otro lado, un banco un poco más alto igualmente decorado, pero en
éste, un teléfono fijo bien instalado. Entre cada uno de ellos había una distancia
perfectamente calculada y dividida por un baúl que llenaba de incógnita el
escenario.
Una colcha de cuero negro cubría todo el piso.
Mientras unas telas rojas sostenidas a penas por unos delgados alambres, que
desaparecían cuando la penumbra se asomaba, eran el elemento que daban a todo
el conjunto la sutil sugerencia del romance y la pasión. Detrás de todo lo anterior, un telón negro
suponía que algo más se ocultaba. El secreto de los teatreros, ese que jamás
debe ser revelado.
Jota había caminado varias calles sin poder conseguir
el par de pilas que necesitaba, para cargar la cámara que tenía. En el Centro
Histórico es sencillo hallar turistas, artesanías y precios elevados, pero, un par de pilas doble AA alcalinas solo
se consiguen si estamos cargados de una gran dosis de paciencia y
determinación, más aun, cuando son las 6:45 de la noche y lejos de los centros
comerciales.
Arnaldo, suele preparar cuidadosamente cada detalle de
su obra. Nada es poco importante. Nada merece menos atención. Ser el director
es algo que requiere compromiso, y Arnaldo lo sabía. Además, cuando se ha sido
actor y espectador, se tiene una visión de lo que se quiere mostrar. Aun así,
no se puede evitar sentir estrés.