Llega el día en el que reconoces que el tiempo pasa sobre ti. Lo miras a la
cara, mientras hace sus gestos de viejo sabio. ¿Qué te propones, Tiempo?, le
preguntas, le pregunto. Ocurre así. Despiertas siendo una persona que debe
asumir el camino andado por el reloj como si no fuese suficiente con ver a los
otros pasar por lo mismo. También nos toca vivirlo.
Me pregunto
a veces por qué me persiguen los recuerdos, por qué soy alguien que va con su memoria
acuestas como el caracol. Pero les diré, que he ido descubriendo que pertenezco
a una familia de nostálgicos. De gente que vive apegada a sus recuerdos. Son todos
un montón de sentimentales que miran al pasado como abrazando a alguien
conocido a quien quisieron mucho. Y yo no escapo a eso. Por eso abro mi álbum
mental y repaso estos 27 años como si viera una película de Wes Anderson.