“Quisiera tener un recuerdo conmemorativo semejante de todos y cada uno de los seres que he querido en el mundo. Y no es solamente el parecido lo que precio en tales casos, sino las asociaciones y la sensación de proximidad que la cosa supone... el hecho de que la sombra misma de la persona esté allí, fija para siempre. En lo que pienso es en la santidad misma del retrato, y no, no me parece tan monstruoso de mi parte, decir justamente aquello contra lo que mis hermanos se oponen con tanta vehemencia, a saber, que prefiero uno de estos relicarios de un ser querido antes que el más noble de los trabajos jamás producido por un artista.-Elizabeth Barren (En carta a Mary Russell Mitford, 1843)”. Sontag, Susan (2006).
Álbum:
1. Una linea se proyecta allá donde no podemos ver más. En ella
el mar y el cielo se besan, y una nueva tierra empieza a cobrar vida. Esa misma
linea se hace perpetua, se extiende más y más. Siempre más. Ellos juegan,
pescan, sobreviven: ¡Son anfibios!
2. Adentro la gente va inmersa en su propia
historia. Afuera, la ciudad se vuelve un paisaje en movimiento que va intercalándose
entre la aceleración constante y el freno repentino. Adentro, somos extraños
buscando adivinar al otro. Afuera, todos son rostros que se confunden entre emociones
apenas visibles.
3. La historia que se mantiene en pie y se
desdibuja en la memoria. La historia que hay que construir y dejamos que otros
construyan. Las flores crecen cerca del monumento, y juegan a verse sin
opacarse. El gris y ellas amarillas. El imponente y rencoroso; ellas, sencillas
y coquetas.
4. Hermanos desde siempre. Allí por quién sabe cuánto tiempo. Con
ese verde que se extiende y se estrella con la arena de la playa que se toca tímidamente con el mar. El sol les sonrie por encima y los hace ver más vivos
que nunca. Llega la lluvia y ellos siguen ahí, valientemente erguidos.
5. Es un abuelo del tiempo. Acunador de miles de historias de
cada niño que se encaramó en sus ramas para sentirse libre; de cada canción que
un pajarito entonó antes de volver a alzar el vuelo; de cada sueño que alguien
tuvo cuando se acostó a sus pies a reposar un rato. ¡Viejo árbol de no sé qué, cuéntanos parte de tu historia!
6. En Bocachica, hay dos clases de patrimonio. Está el
construido, ese que puede volverse ruinas y quedar sólo en las fotos. Ese mismo
que muchos en Cartagena desconocen. El otro, camina por las playas, habla con
su vecino y vive con el mar como su terraza. La gente es un patrimonio vivo
que, por momentos, parece estar olvidandose de si misma. La gente que muere
estando en vida, se condena a un olvido total y permamanente. ¿Dónde habita la
mágia que Luis Dario Bernal Pinilla vio al escribir “Catalino Bocachica”?
7. ¿Cómo será ver el cielo desde la jaula? Quizás
sea como sentarse cerca de la ventana e imaginar que partes a un nuevo lugar. La
diferencia, es que tú puedes abrir la puerta cuando quieras. Entonces, puede
que ellos con todo su color en esa jaula esperen ver la puerta abierta para
buscar ese nuevo lugar -Escapar-: ¡Especulaciones!
8. Arriba.
¿Dónde? ¡Allá arriba! ¿Arriba dónde? ¡Arriba, más arriba de lo que crees! ¿Pero
por qué arriba? No lo sé, pero es arriba. ¿En el cielo? ¡No! Hay algo más allá arriba.
¿Algo más? ¿Qué es? ¡Mira! ¡Allá arriba! // El Colegio del Cuerpo en el Teatro
Adolfo Mejía.
Por: Márquez.