Cosa curiosa ocurrió durante las elecciones que se llevaron a cabo el pasado Domingo. Dentro de todos los preparativos y la parafernalia dispuesta para tal evento, quedó al margen una señal muy precisa de un inconformismo por parte de los electores respecto al trabajo de las administraciones pasadas. Tal signo está representado en la cantidad de votos no marcados, que fueron saliendo durante los escrutinios en las mesas de votación.
De acuerdo. Puede que no haya sido un caso general, pero por lo que pude escuchar lo fue. En las mesas que observe, el asunto de estos votos que echaron en las urnas sin marcar ninguna de las opciones fue una constante. Sin embargo, queda claro que para la Registraduría Nacional este tipo de casos son poco comunes, y lo digo por la cantidad mínima – casi ridícula- de stikers dispuestos para señalar este tipo de votos, que entre otras cosas, se vuelven un arma de doble filo. Por un lado, a mi modo de ver, muestran un desinterés y a la vez una desilusión con el cargo de alcalde en nuestra ciudad. Cosa que no sería descabellada. Por el otro lado, como me hizo ver una de las testigos de mesa, se pueden transformar en votos en favor de alguien ¡Así es! No sería extraño que pasaran de ser votos no marcados a votos con una intención clara por algún candidato de una manera misteriosa.
Lo cierto, es que no había un plan de contingencia para ésta situación. Cuando descubren la cantidad de votos no marcados, a los encargados de resolver este tipo de inconvenientes, los atacó el pánico y hasta se pusieron groseros (por lo que se puede suponer, que era un caso presente en toda la ciudad). Y la solución no fue mucho mejor: hacer rollitos con el total de votos en esas condiciones y una vez listos, colocarle el stiker de “Voto no Marcado” al mismo. Pero aquella malicia indígena hizo aparecer la duda acerca de cómo garantizar que los votos no serían alterados con una seguridad tan pobre. ¿Acaso no hay conocimiento de tantos casos de corrupción al interior de las instituciones del estado? ¿No han votado hasta los difuntos? En Colombia y en Bolívar, nunca se sabe.
Ahora, lo que resultaría interesante sería conocer cuántos fueron los votos no marcados. La cantidad exacta, porque la deben tener pero no la dicen. Tal vez, esa cifra nos dé una idea de cuantas personas prefieren dejar el futuro de la ciudad y el departamento en manos de otros. O, cuántos desconfían del sistema mismo, que ni siquiera se tomaron la molestia de marcar su voto. ¿Será entonces, que nos estamos volviendo en una ciudad sin esperanza?
La lección queda. Y para las próximas elecciones, no hay que suponer conocer la dinámica de los votantes. En asuntos de política, nada está dicho. Cualquier cosa puede ocurrir y estas elecciones 2011 son ejemplo de ello. Ahora, en el panorama, la opción de los votos no marcados se vuelve otra de las salidas a la hora de sufragar. Sobre todo, cuando hasta el voto en blanco pierde fuerza y prestigio en ésta Democracia (?).
Por: Márquez.