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lunes, 11 de septiembre de 2023

Dedos aferrados



Tengo un recuerdo fijo en mi cabeza. Mi hermano Jose y yo jugamos en la casa. No tengo claro el juego, sé que corríamos y yo trataba de atraparlo. En ese momento, nuestra casa era un cajón de madera dividido en dos, de un lado el cuarto y del otro lado, la sala y una cocina improvisada. Detrás, en el patio, se levantaban tres paredes de madera, tablas sobre tablas. Esas paredes eran el proyecto de ampliación de la casa, uno que nunca se concretó. Al lado de nuestra casa quedaba un lote vacío. Lo que separaba nuestro terreno del otro era una cerca de palos de mataratón y alambres de púas que rodeaba la extensión de tierra que le pertenecía a mi mamá. 

Ahora vuelvo al recuerdo. Jose sale al patio, lo persigo, en el juego yo debía atraparlo. Él sube ágilmente a una de las paredes sin terminar, es alta la pared para mis ojos de niño. Jose queda del otro lado. Es decir, yo estoy dentro del patio y él, enganchado en la pared, con los dedos aferrados, agarrado de la parte más alta, viéndome mientras su espalda daba al lote vacío. En medio del juego, se me ocurrió coger un palo o una pala, no lo sé con precisión, e intentar pegarle en los dedos de las manos para que se viera obligado a bajar. Jose esquivaba los golpes, entonces aceleré mis lanzamientos y en uno de tantos intentos, Jose cayó.  (DAR CLICK EN SEGUIR LEYENDO).

martes, 26 de julio de 2022

Algo escrito con un nudo en el pecho que late o el otro lado de un certificado medico

 


 

Cuando estaba en quinto de primaria, me aprendí cada parte del sistema digestivo, desde las glándulas salivares hasta el íleon. La cartelera la hizo un pelao que vivía cerca a mi casa. Estaba asustado frente a todo el salón, pero a medida que fui hablando el resto de la clase quedó en silencio. Recordé cada detalle, cada órgano. La profesora dijo que con ese conocimiento ya podía ser médico.

 

El teléfono suena y lo sé.

Un mensaje anterior a esa llamada me lo había anunciado.

Un mensaje que llegó con el silencio de la mañana.

 

En la epicrisis dice que la abuela ingresó con una insuficiencia respiratoria causada por una falla cardíaca. Fue remitida a UCI. En algún punto de la mañana presentó una bradicardia extrema, intentaron reanimarla, pero su cuerpo no respondió. Imagino que su corazón se apagaba y ella quería llenar sus pulmones, pero escasamente lograba una bocanada. (Dar click en Seguir Leyendo).

domingo, 14 de junio de 2020

Diario incompleto de una cuarentena (o las ficciones del encierro)




Día 1


Antes de que sonara la alarma para el toque de queda, corrí a la panadería de la esquina a comprar unas mogollas de 200. Desde lejos pude ver a la gente amontonada gritando para quedarse con alguno de los pocos panes que estaban en la última bandeja. Llegué, miré al muchacho que siempre atiende, un flaco de ojos profundos, le grité para que me diera dos panes de esos. Me los entregó por encima de la gente. Pagué y volví corriendo a mi casa. Me sentía ganador. El toque de queda empezó. F y yo hablamos por celular de cómo hubiésemos celebrado estos meses juntos, en otras circunstancias. Nos reímos, y luego, con cierta tristeza, colgamos. Una hora después, me veía en el computador una serie sobre una familia judía y sus dramas. El hambre empezó a asomarse y fui por los panes, descubrí que había comprado unos de queso con arequipe, la peor elección para mí. Me sentí estafado. Poco a poco, con calma, el silencio fue ocupando la casa, la calle, el cuarto. Me sentí solo. Me sentí como la persona más sola de la cuidad.


***


Un día impreciso cumple una amiga, nos reunimos por zoom, nos vemos las caras después de cierto tiempo, la distancia desaparece. Quienes no tienen conexión siguen afuera, lejos de este vínculo que creamos a través de las pantallas, para recordar que seguimos siendo parte de algo, un grupo de amigos, por ejemplo. Pero estar por fuera es también un juego, porque nunca se está del todo afuera cuando, al reunirnos, empezamos a preguntar por quienes no están. Cantamos el cumpleaños, nos tomamos una foto, guardamos para mañana un recuerdo de lo que en ese momento significa estar forzosamente encerrados. 


***


En la fila para entrar a comprar comida, la gente se mira con cierta cautela. Hay quienes se concentran en el celular, quienes cierran los ojos por momentos y sueñan con calles llenas de gente, con busetas de socorro-sierrita que se van de lado. fin del sueño. De repente aparece un tipo en un traje espacial, sin decir palabra, enciende su aparato y comienza a lanzar algo, un líquido que, al parecer, limpia el espacio. La gente se mueve, el tipo pasa su aparato, limpia, y la fila vuelve a su lugar. Nunca antes una cosa así había ocurrido. Nunca alguien había llegado de la luna, solo para limpiar los pasillos de un centro comercial.  (DAR CLICK EN SEGUIR LEYENDO)

viernes, 13 de marzo de 2020

Olas





Ser el silencio que recorre las noches
y, al mismo tiempo, ser el sonido de los grillos 
                                            que se cuela en los oídos y asusta
Ser una línea de luz que entra al cuarto de mi abuela
una línea de luz que ella seguiría con los ojos para adivinar una nueva forma
Ser luces de colores en un bar del centro de Cartagena
ser todos esos cuerpos que se mueven con la música
ser una sonrisa permanente en la cara de NP
ser el tiempo que transcurre en los ojos de VB
A veces ser solo un cuerpo suspendido en el aire
una figurita de papel que el viento lleva
ser el agua que daña el papel
De noche
ser una ola
llevar sobre mi lomo caracuchas y secretos
llevar años
silencios
Ser un beso sostenido en la boca de F
ser tan pequeño que pueda montar sobre un grillo
De repente
despertar en medio del cuarto
siendo un suspiro
o el sonido del abanico a las tres de la mañana
cuando la casa está quieta
amasando sombras en las esquinas
Ser un torombolo que cuelga en la mata del patio del vecino
ser, tal vez
el fuego de la estufa cuando el agua hierve con los huevos
ser el punto medio entre mi papá y mi abuela
una palabra que recorra con delicadeza
las líneas que a ambos les surcan las caras
Ser un diente en la boca de CS
su lengua detenida antes del comentario
ser una idea que lo previene del daño
antes de la caída
del golpe
Ser un árbol inmenso
de muchos años
con mi corteza cubierta de marcas
Ser una compañía para mi mamá en las noches
una conversación que no termine en el silencio
en el agujero negro de ese silencio
Ser una telenovela con personajes divertidos
ver a través de la pantalla la sonrisa de la gente
Ser
en medio de todo
una hormiga que carga una hoja
y que conoce con certeza su camino
y no duda
y no grita
solo anda


por: Márquez 

domingo, 29 de septiembre de 2019

Agua



Después de la lluvia queda el agua lavando el suelo. Corrientes que se llevan lo que sobra. Los restos de la ciudad que nadie quiere. Con la luz, el agua es como un espejo en movimiento. Pero esa ciudad que se refleja en el fondo, no es la ciudad. Ni yo soy yo, aunque sea mi cara la que aparezca en el fondo del charco. Ese otro es demasiado limpio, no tiene dudas en los ojos, ni guarda un silencio entre pecho y espalda, como la culpa. Ese otro es una imagen que desaparece cuando el agua cesa, mientras este yo que soy, sigue aquí, a pesar de la lluvia  y el sol. Incrustado, como una uña.

Suelen ser así las noches frías. Una idea aparece y va calando en los rincones, haciendo de las columnas, polvo, dejando que los techos caigan, con sus recuerdos amontonados.  Imagino a un niño de pelo revuelto, su miedo a las casas solas. Unas manos que recorren los lomos de los libros y que se pierden, luego se escuchan las conversaciones, alguien conversando con personajes que nadie más ve.  (DAR CLICK EN SEGUIR LEYENDO)