Llegan armados y amenazan a
todos. Le apuntan con su arma a la cabeza de una de las mujeres presentes en el
lugar. Se llevan el portátil, las memorias USB, los bolsos y los celulares. No contentos, hacen un disparo antes de irse. La
gente queda asustada, con el corazón acelerado y con la sensación de haber
perdido algo más que las cosas que lograron llevarse. Quizás, perdieron la
tranquilidad para siempre. Los tipos se van en su moto. Aceleran. Así, sin más.
Entra al edificio, preguntan por
alguien. La secretaria mira al muchacho sentado en el computador enfrente y el
tipo asume que es a quien busca y le descarga el arma al muchacho. Luego de
eso, baja como si nada en medio de la demás gente que anda en ese lugar. Sale victorioso
a continuar con su vida, mientras a alguien le ha robado la suya.
Son solo un par de casos. Una pequeña
muestra de las cosas que han empezado a ocurrir en esta ciudad. Nos estamos volviendo,
una ciudad de miedos. Y aunque eso no es algo nuevo, pues, la sección de
sucesos en el periódico local siempre ha sido una de las más leídas porque nos
mostraba esa ciudad de peligros - lo que da cuenta, de una cultura del miedo
reinante entre nosotros-, la cosa, ya empieza a volverse preocupante.
Preocupante, los sucesos que
últimamente han ocurrido y que jamás hubiésemos sospechado. Tiroteos en plena
calle. Asesinos motorizados. Tenemos tanto miedo, que ya son pocas las veces
que nos sentamos hasta tarde en las terrazas de nuestras casas. Es que hoy por
hoy, andar por ahí en las calles a ciertas horas es buscarse una mala hora. ¿Y
es que esas calles no son nuestras? ¿En qué momento las perdimos y se volvieron
las calles de esos otros dueños de la noche?
Sospechamos del vecino. Si lo
matan, andaba en algún cuento raro. Como si justificáramos la muerte de las
personas. Como si necesitáramos licencia para vivir. Y mientras tanto, en el
mercado vemos la cantidad de películas caseras con escenarios callejeros en los
que niños, niñas y jóvenes cargan armas y las utilizan sin el menor asco contra
los otros. ¿Películas? Si así se puede llamar ¿Quién las hace? Pues, lo cierto
es que tiene un público muy asiduo. Tanto así, que ves a la gente haciendo
rondas entorno a las pantallas para ver las escenas violentas. Eso somos ¡Una
ciudad de morbo por la muerte! En la que
nos parece genial, ver cómo alguien le quita la vida a otro. Y mientras, las
pandillas en los barrios se matan unas a otras, y matan a los que nada tienen que ver con sus guerras.
Se necesita ser una sociedad muy
podrida, para aceptar tantos crimines y situaciones de este tipo como el pan de
cada día. Tenemos que ser muy cobardes para dejar que nos gane el miedo. Para permitir
que nos roben las calles y los parques. Para dejar que los niños crezcan
creyendo que hay personas con el derecho a quitarnos la vida.
Y me pregunto: ¿Qué es la vida
hoy en día? Una vez me dijeron que la vida valía mierda. Ahora sé que me
mintieron. La vida hoy en día no vale ni mierda. ¿Qué estamos haciendo? ¿O qué
hemos dejado de hacer? El tiempo corre y se hace urgente, despertar de nuestro
letargo.
Hay quienes ya han pensado en esto:
http://blog.chlewey.net/2011/09/viviendo-en-prisiones/
http://www.eluniversal.com.co/columna/%C2%BFnos-van-matar-todos
Hay quienes ya han pensado en esto:
http://blog.chlewey.net/2011/09/viviendo-en-prisiones/
http://www.eluniversal.com.co/columna/%C2%BFnos-van-matar-todos
Por: Márquez.
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