¿Cómo abrazarla y sanar ese
dolor? Hay algo que se escapa de nuestras manos y es eso. El dolor ajeno. Por
más que quería, solo me era posible estar a su lado, esperando que mi compañía
le regalara algo de calma. Pero ni de eso estoy seguro. La ausencia de un hijo la acompaña ahora. Una ausencia que se manifiesta de infinitas formas: cando el
teléfono suena y no es él, cuando mira los caballos en la televisión, cuando
alguien la llama a decirle —después de estas semanas—, que se acaba de enterar y lo
siente mucho. De infinitas formas. (CLICK EN SEGUIR LEYENDO).
Por momentos, la casa se llena se
sombras y es como si nadie la habitara. La mecedora espera para mecer, la silla
en el patio espera para cargar, los rincones extrañan los pasos que solían
recorrerlos. La navidad llegó, pero la casa siguió estando en silencio, sin
luces. Dentro de ella, un dolor discreto tomaba forma. El dolor que se guarda
entre paredes para no permitir que el sol asome su cara a través de las
grietas. Los cuerpos agrietados necesitan tiempo para sanar.
La navidad que pasó, fue una
navidad lenta, de pasos cortos y cuidadosos. No hubo luces, ni árbol, ni
demasiados colores. Solo estuvo ese letargo, la comida, y por momentos el
silencio. Pero mientras mi abuela miraba a lo lejos, como quien busca, busca y
busca, los vecinos decoraban, llenaban sus casas de colores, una era azul, la
otra dorada, un universo hecho calle. En esos momentos era como estar
detenidos. Detenidos en un luto que nos había llegado de golpe. Quizás aún
seguimos detenidos, nos detenemos cada vez que mi abuela llora, que descubrimos
esa sombra en sus ojos. Pero seguimos.
Los días han pasado, las semanas,
y la única verdad nos golpea: avanzar es inevitable. Estamos aquí, hablamos de
cosas pasadas, reímos, mi abuela cocina. El tiempo es así. Los domingos va al
cementerio y se detiene, mira la tumba, piensa, piensa y piensa. El televisor
por las noches conversa con ella. El tiempo avanza.
Por. Márquez
3 comentarios:
Me gusta tu texto, de verdad se ven las grietas de la ausencia.
No había pensado en esto, pero voy a llevarte un libro que se llama "El enterrador", fue escrito por un poeta que administra una funeraria y tiene unas reflexiones muy bonitas sobre la muerte. Creo que podría ayudarte a alimentar otros textos.
De alguna manera nuestra vida esta compuesta de grietas y bifurcaciones, una creadas por terceros,otras por nosotros mismo, otras nacen del recuerdo y muchas del olvido, pero algo de lo que estoy seguro, es que esas grietas, como madres de las bifurcaciones te permiten endurecer y matizar todas tus emociones.
Me gusta este texto. Me hizo recordar a mi abuela cuando mi abuelo falleció hace 12 años. Las grietas aún permanecen en el fondo de su corazón.
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