El
cine no es uno de mis fuertes. Eso de las estéticas propias de este arte o de
la crítica ácida y concienzuda, no es algo en lo que me especialice. Sin embargo,
me gusta dejarme llevar. Entrar en el juego de la película y empezar a
descubrir mis propias emociones en cada cuadro. Como si un espejo estuviese
frente a mí, trato de hallar en medio de la narración mi vínculo con la
historia.
En
ese proceso, llegó Somewhere. Un film de Sofía Coppola que cuenta la historia
de Johnny Marco (Stephen Dorff), quien es un actor famoso de Hollywood que vive
una vida sin sentido en la que la rutina lo tiene atrapado. Con su gran
fortuna se pasa la noche en bares y alquilando prostitutas. Y en medio de todo
ese exceso, es presa de sí mismo. Entonces, llega su hija Cleo (Elle Fanning),
con sus once años y la vida del actor tendrá otro color. Así, al cabo de dos semanas de estar
juntos la niña tiene que irse a un campamento y se separan, sintiendo que nunca
antes habían estadio tan cercanos, lo que para Johnny representa volver a su
vida como venía antes. Pero le resulta imposible.
Por otro
lado, está Madagascar 3: los fugitivos, una película animada y muy divertida de esas que suponen solo ven los niños. Pero que a mí en particular me gustan mucho. En esta
ocasión, la historia de Alex
el león, Marty la cebra, Melman la jirafa y Gloria la hipopótamo gira en torno
a su deseo de volver al zoológico del que escaparon en la primera entrega de
esta saga. En compañía de un circo ambulante recorren algunas ciudades de
Europa, huyendo de Madame Chantel Dubois,
una experta funcionaria en control de animales que se obsesiona con la cabeza
del león como trofeo para ponerla en su pared junto con las otras cabezas de
animales que posee. Pero justo en medio de ese viaje, también vamos conociendo
la historia de los animales que viven en el circo y al final, las cosas que
deseaban los fugitivos del zoológico de New York parecen no estar donde ellos creían.
En este punto, viene mi
reflexión sobre el asunto. Para Jhonny su vida iba bien – o al menos eso
pensaba él – hasta que su hija rompe con la normalidad de las cosas. En ese
momento, todo empieza a cobrar otro sentido y existe, para él, un motivo para
ver más allá de la burbuja en la que se hallaba. Por eso al final, termina en
el mismo lugar dónde comenzó la película pero decididamente deja su auto lujoso
atrás para seguir el camino a pie mientras una sonrisa iba ocupando su rostro. Quizás
había entendido que en algún lugar había alguien que esperaba verlo nuevamente,
que quizás Cleo merecía más tiempo del que le había estado dando.
Y para los animales del zoológico,
al llegar a la entrada del mismo, les embargó una duda acerca de su lugar en el
mundo. Habían deseado volver tantas veces, que al estar frente al zoológico no
se reconocieron en él. Quizás habían estado huyendo de la vida por preferir la
comodidad que ya conocían, pero una vez se atrevieron a vivir una aventura no
pudieron volver a imaginarse dentro de aquellas jaulas.
Así, como un retrato de lo
que nos ocurre con frecuencia, vivimos una vida vacía llena de frivolidades o
nos aferramos a la seguridad que tenemos hasta que un suceso nos llama a ver el otro
lado de las cosas. Entonces, damos una vuelta a nuestras vidas y empezamos a
encontrar el rumbo.
Por eso los animales se
quedan con el circo y continúan una vida de espectáculos en la que sentía que
podían ser libres y además, ser
estrellas. Alex, el león, entiende que en el zoológico la única estrella es él.
Que los demás son solo los otros, pero en el circo todos son parte del mismo espectáculo.
Hallaron, entonces, lo que tanto habían buscado: su lugar.
Igual ocurrió con Jhonny,
que cansado de vivir en un lujoso hotel se va de este y señala que pronto les
anunciaran su dirección para que le envíen todas sus cosas. Además, se cansa de
vivir con la paranoia de ser perseguido y de recibir mensajes insultantes en su
celular. Se cansa de dar vueltas en su auto en el mismo sitio siempre y de que
su vida también girara sin llegar a ninguna parte. Se cansa de no pertenecer a ningún
lugar.
Me pregunto entonces ¿a
dónde pertenecemos? ¿Somos parte de lo que creemos serlo? ¿Estaremos dando
vueltas en el mismo lugar? O, ¿estamos huyendo de la aventura que nos espera? Puede
que ya nos haya llegado el momento de dar la vuelta a nuestras vidas.
Por: Márquez.
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