Chicago es una película estrenada
en el 2002 y dirigida por Rob Marshall, que cuenta la historia de Roxie y Velma,
dos mujeres acusadas de asesinato. Ambas intentando mantener toda la atención
posible de los medios en su caso, para obtener la libertad. Comprendiendo, de
alguna manera, que la fama les otorgará un trato distinto por parte de la
justicia.
Chicago, el musical ganador del
Oscar a mejor película, merece atención especial. No solo por las destacadas
actuaciones que en él aparecen, sino por el juego que ofrece. Mirándolo de forma crítica uno logra
reconocer en la película, matices para analizar el compromiso de los medios con
la veracidad de la información. Lo que puede entenderse como una historia que
mezcla en su narración el sistema judicial, el mundo del espectáculo, y el carnaval
mediático de los años 20’s, se vuelve muy actual.
Todo comienza con un asesinato. Y
los medios detrás de la primicia. Aparecen los reporteros como cazadores que
persiguen, no una noticia veraz, sino una noticia que mueva al público. Algo
que haga que sus periódicos se vendan como pan caliente. Así empieza a narrarse
la historia. Si Roxie no quiere ser condenada por asesinato, deberá llamar la
atención de los medios para que, con aquel show de flashes y preguntas, quienes
deben impartir la justicia se confundan y terminen siendo parte del juego.
Entonces, el abogado (Richard
Gere) empieza a tejer su historia. Arma una verdad atractiva, que termine de
conducir el caso por el camino que él desea. Roxie (Renée Zellweger) se deja
guiar, volviéndose en una experta en el tema. Y ahí van los periodistas a
contar esa verdad armada, como si fuese cierta. Ratificando aquella sentencia
que dice “una mentira contada varias veces, termina por ser una verdad
aceptada”. Así funcionan los medios, construyen realidades que luego asumimos
como tal. Nos venden cortinas de humo que ocultan los asuntos importantes del
acontecer diario.
En una de las mejores escenas de
la película, aparece un show de ventriloquia. En el que el abogado determina lo
que la acusada debe decir. A cada pregunta de la prensa tiene una respuesta,
como si conociera de antemano el cuestionario. Lo que nos arroja una idea de lo
predecibles que podrían ser los periodistas. Luego, en algún momento del show, se
abre un telón de fondo para mostrar un coro de títeres que representan a los
reporteros. Ellos asumen que hacen su trabajo, pero terminan siendo manipulados
por el hábil Abogado que, sin asomo de vergüenza, los maneja a su antojo. Para
que al final, escriban una historia basada solo en aquel testimonio, una nota
de prensa sin una investigación de fondo.
Y así, nos recuerdan en el
momento en el que estamos. Con medios parcializados que solo nos dan rellenos
de información, y que pocas veces llegan al fondo de los hechos. Con reportajes
sobre temas minúsculos, agendando nuestra opinión alrededor de asuntos que
merecen menos tiempo al aire o menos renglones, para ir dejando de lado los
temas sensibles que puedan comprometerlos. Ejemplo de ello fue la exagerada
producción de noticias acerca de los accidentes en las carreteras por personas
que manejaban bajo los efectos del alcohol. O la sobre exposición de noticas
sobre los triunfos de la selección. O el ridículo tratamiento de la noticia
sobre aquella mujer que en una lancha insultaba a otra. Se hace necesario, ante
este panorama, discutir sobre los temas que nos afectan de manera seria y es
poco productivo para nosotros como ciudadanos, recibir una parrilla de noticas
llena con notas que giren en torno a un mismo asunto, por tanto tiempo. ¿Qué pasaba en el país en esos días? ¿Qué
decisiones importantes se tomaron?
Como si fuese parte del show de
Chicago, los medios parecen estar atados a la voluntad de los grandes
titiriteros. Moviéndose por los temas que alguien más les dicta, y preguntando
solo lo que otros quieren que pregunten. Para entregarnos una información sin
profundidad, poco rigurosa, y plagada de prejuicios. Como en la película, que
antes de que el jurado dijera su veredicto, ya en la calle los periódicos
estaban impresos con ambas posibilidades: Roxie puede ser declarada culpable o
inocente del asesinato de su amante. Por lo tanto, la noticia estaba prefabricada,
dando espacio a una construcción del acontecer diario como una vitrina en la
cual, se presentan distintos espectáculos. Y que no importa el resultado, lo
importante es que el show continúe.
Por: Márquez
1 comentario:
Hay una película que deberías buscarte se llama Wag The Dog. Trata de un presidente que se encuentra envuelto en un escándalo y llama a un experto en medios para desviar la atención pública.
Pienso que la culpa es nuestra, no de nosotros los comunicadores sino de nosotros los humanos. Ocurre que nos encontramos en un mundo en el que hay mucha información y nos hemos convencido de que tener acceso a esa información es igual a conocerla y entenderla. Entonces nunca pensamos sólo reaccionamos, a veces en favor y otras en contra, pero jamás de manera profunda.
Y es que no nos interesa: reflexionar, informarse y actuar son cosas que requieren tiempo. Preferimos reirnos, o mentarle la madre a Uribe, o decir que todo es culpa de Santos, o decir que los medios satanizan a estos o a los otros; porque todas estas cosas se pueden hacer en segundos.
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